Empezaremos por una que es simbólica para muchisima gente: El caos.
Es el mal en sí con poderes sobrenaturales y además antinaturales (XD).
Sus dioses les dan poderes a cambio de la destrucción (bueno eso depende de la deidad que siga el campeón del caos).
Hay 4 deidades y entre ellos no es que se lleven muy bien, solo se unen cuando sale entre ellos un campeón poderosos y que adore a todos los dioses por igual, un ejemplo de estos campeones fue Asavar Kul que reunió una horda enorme pero que fue retenida en Kislev por los kislevitas, enanos, altos elfos e imperio. El actual elegido de los dioses es Archaon el señor del fin de los tiempos, aunque de momento esta en un estado de letargo (posiblemente recuperandose de la leche que Grimgor piel'ierro, kaudillo orco negro, le metio en toda la jeta).
Las 4 deidades son:
- Khorne: Es el dios de la sangre, el Señor de los Cráneos y el Gran Carnicero, además del mayor y más fuerte de los dioses del caos. Se trata de un dios furioso y lleno de cólera, poseedor de una fuerza bestial y de una habilidad para el combate que recompensa el valor , la fuerza de las armas y la conquista. Se le suele representar como un enorme guerrero, con cabeza de demonio o de animal, sentado sobre un descomunal trono de bronce, situado este sobre una montaña de cráneos que sus paladines han recolectado para él, en medio de un mar de sangre de sus víctimas. Los colores que lo representan son el rojo, el bronce y el negro, estos son adoptados por todos sus seguidores. Este dios es el mayor y más poderoso del Caos, y hasta los sirvientes de las demás deidades aprecian (aunque nunca lo admitirían) las habilidades combativas que otorga. Khorne siempre tiene un Paladín al que concede el poder del Destructor. Dicho paladín puede considerarse afortunado por la atención que Khorne le presta, pero es un arma de doble filo: si en algún momento el paladín se muestra débil o se apiada de alguien, la furia de Khorne le convertirá en un engendro sin inteligencia. Khorne detesta a Tzeentch, pues no considera la magia como una forma de combate honorable, teniendo a los hechiceros por cobardes. Pero a quien más odio profesa es a Slaanesh, el más joven de los cuatro grandes dioses, que personifica todo lo contrario al orgullo marcial.
- Tzeentch: Es El Que Cambia las Cosas y el cambio forma parte de la mismísima naturaleza del Caos, así como la energía siempre cambiante que los mortales llaman magia. También se le conoce como Tchar entre los bárbaros del Norte, como Chen en el exótico oriente y como Shunch en las calurosas junglas del Sur y en todo estos lugares su nombre es sinónimo de cambio. Sin embargo, en todas partes se le conoce como El Gran Conspirador, un manipulador muy sutil que posee una sabiduría insospechada. Todos sus planes son rebuscados y a un plazo larguísimo, pues se extienden a través de un número inimaginable de eones y resultan incomprensibles y contradictorios para la mente mortal, que sólo los comprende a corto plazo y por tanto, de forma incompleta. Él es el Maestro Manipulador, el que mueve los hilos del destino y el que rige la suerte tanto de sus seguidores como de sus enemigos. Tzeentch no tiene forma concreta, aunque se le manifiesta como una luz nebulosa que cambia de color. Su marca se representa con la serpiente sinuosa del cambio y suele bendecir a sus demonios y paladines con espeluznantes picos de pájaro, garras y plumas multicolores. Su piel y su armadura resulta un flujo constante que cambia de aspecto y color y que forma rostros que miran de soslayo y no paran de reírse de su adversarios, repitiendo siempre palabras inquietantes. Aunque no le agrada Khorne, con su perfección marcial, su mayor rival es Nurgle, cuyas enfermedades matan a miles de seres. Sin vida, no hay cambio, y muchas veces los planes de Tzeentch se han visto perdidos por la putrefacción de Nurgle, así que ambos dioses se odian a muerte.
- Nurgle: Dios de las descomposición, la pudredumbre y la pestilencia, simboliza los males del mundo y sus seguidores muestran enfermedad y deformidades, pero sin embargo, se cuentan entre los guerreros más resistentes. Es un dios enorme, de cuerpo hinchado y abotargado, plagado de enfermedades y de lepra, órganos en descomposición y cubierto de ronchas y forúnculos de los que nacen sus demonios. Esta deidad del Caos tiene un carácter afable y hasta paternalista con sus seguidores, que son de los pocos capaces de tolerar su horrenda presencia e inmundo olor. Su poder es inconstante: cuando no hay enfermedades, su poder disminuye. Pero cuando sus manos leprosas se extienden por el mundo, su poder alcanza el nivel de epidemia, siendo necesarios los poderes de los otros dioses para frenarle. Sus guerreros arrastran armas oxidadas cubiertas de un limo venenoso que Nurgle les otorga. Este dios les bendice con innumerables enfermedades, y aquellos que sobreviven se convierten en seres cuyos cuerpos ya no sienten dolor ni caen enfermos. Los ejércitos de Nurgle van siempre acompañados de una densa nube de moscas y el hedor de la descomposición, y todos sus demonios son réplica de su desagradable forma. Su símbolo suele ser tres círculos formando una pirámide invertida, aunque muchas veces se confunde entre la multitud de forúnculos y excrecencias de sus elegidos. Tzeentch es su principal enemigo, pues las mutaciones a las que somete a sus elegidos les hacen prácticamente inmunes a las enfermedades. Ambos dioses se profesan un odio mutuo, ya que algunos de los mejores trabajos de epidemia de Nurgle han sido arruinados por Tzeentch y sus seguidores.
- Slaanesh: Dios de la depravación, la lujuria y los placeres prohibidos, es el dios más joven. Esta deidad es perfecta en todas sus formas, ya sea como hombre, mujer, o hasta hermafrodita. Sus ademanes y su voz suave hechizan a los desprevenidos, instándolos a adorarle, y algunos hasta le ruegan ser sus siervos. Sus servidores se mueven de forma elegante y su carisma innegable les hace irresistibles sin remedio, con lo cual llegan a rodearse de ejércitos de guerreros hábiles y sin piedad. A Slaanesh le gusta el vicio, el placer, las sensaciones desenfrenadas y jugar con sus presas antes de eliminarlas, y esa misma afición la han heredado sus demonios, que se representan como bellas y letales diablillas, o abominables demonios que exudan un perfume somnífero capaz de dormir a sus enemigos... hasta que son atravesados por sus garras. Aunque la manifestación usual de Slaanesh es humana, todos sus demonios suelen compartir sus proporciones perfectas, pero siempre tienen algo que les identifica como seres el Caos (normalmente ojos de insecto, pinzas de cangrejo y otras mutaciones). Su peor enemigo es Khorne, que a su parecer es demasiado tosco y bruto, y al que gusta de atacar con elegancia, ya sea mediante sus carismáticos sirvientes o con sus sensuales demonios.
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